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El director defiende en uno de los títulos a concurso en la Sección Oficial del Festival la historia de un viejo mito georgiano: las vivencias de una moderna Medea sanadora de las aguas
Zaza Khalvashi, director de Namme, película a concurso en la Sección Oficial del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, presentó en la mañana de este martes, 10 de abril en el Teatro Pérez Galdós, un título que fundamentalmente versa “sobre el silencio”, que revisa un viejo mito georgiano y que propone una metáfora entre tradición y modernidad. Khalvashi repasó ante los medios de comunicación, presentado por el crítico y escritor Antonio Weinrichter, los pormenores y motivaciones de su film. Y reflexionó además sobre la línea actual de un cine, el georgiano, que parece vivir un momento de eclosión, con una fuerte vocación por acceder a mercados externos.
“Es un placer para mí participar en este festival maravilloso”, apuntó Khalvashi, que recordó que “la película parte de una familia con un hijo musulmán, otro ortodoxo.. Y luego está el personaje de Namme, la hija, que tiene también una naturaleza mística, y que puede curar con las aguas, siguiendo la tradición de sus ancestros. El padre quería que todos sus hijos fueran sanadores, no está conforme con sus inclinaciones religiosas”, aunque el regalo al final solo lo hereda la hija. “La historia simboliza el inicio de una nueva tecnocracia en este mundo místico”, concluyó.
El director georgiano explicó cómo surgió la idea de Namme: “Vivo en un pueblo de montaña. Una mañana salgo a mi balcón y veo la primera nieve en una rama, y cuando sale el sol empieza a derretirse… Pude escuchar el sonido, impresionante, al caer en la tierra, en mitad de aquella paz. Entonces pensé hacer una película que pueda explicar este silencio y como retumba el sonido en este ambiente. Sí, quería hacer una película del silencio”, recalcó.
“Los sonidos subrayan el silencio. El constante correr del agua en la película no hace sino resaltarlo”, ahondó el cineasta, que comentó que el film “está basado en un mito georgiano muy antiguo, y yo quería explicar cómo en el mundo moderno se generan a partir de ahí nuevos mitos que entran en nuestra vida. No sé si esto es bueno o malo, pero esto está sucediendo hoy: lo puedes sentir en nuestra sociedad patriarcal georgiana”.
“Namme”, finalizó Khalvashi “es como una Medea, que aún no ha conocido el sol: es una chica normal que quiere vivir una vida normal como mujer. Cuando se enamora pierde la posibilidad de curar a la gente”.
El cine en Georgia y Otar Iosseliani
Cuestionado por los medios sobre la evolución del cine en su país, Zaza Khalvashi explicó que “la cinematografía georgiana ya era diferente en la etapa de la Unión Soviética: siempre fue muy moderna y progresista entonces, y hoy mantiene esta distinción. En los últimos cinco años hay nuevos directores con nuevas ideas, y nuestro Gobierno ha prestado atención a este fenómeno: está financiando proyectos, no siempre comerciales. También se da un soporte a las películas artísticas”.
El director de Namme comentó que “sabemos que en solitario no podemos abordar buenas películas, por eso buscamos la coproducción con otros países. En mi caso, es una coproducción Georgia-Lituania. Estas colaboraciones ayudan a proyectar nuestro cine en el escenario global”.
Sobre su cine la diferencia con el de las nuevas generaciones en Georgia, Khalvashi recordó que “yo nací y crecí en el periodo de la Unión Soviética. Ahora tenemos a jóvenes que no conocieron esa etapa, que hacen películas diferentes con ideas otras ideas, con nuevos productores, también que son capaces de salir a nivel mundial. Espero que las películas georgianas también puedan encontrar amigos en España…”, apuntó con una sonrisa.
Weinrichter recordó la sección especial dedicada por el festival en 2017 al director georgiano Otar Iosseliani, para proponer a Khalvashi una reflexión sobre el peso de este autor de referencia en el cine actual de su país. Zaza Khalvashi se posicionó en una línea “más poética”, si bien apuntó que estos nuevos cineastas de su país “sí siguen un cine más realista, más de Ioseliani”. No obstante, Khalvashi se confesó sorprendido por “lo que ha gustado entre los jóvenes mi película, más de lo que esperaba: parece que también sienten deseos de ver un cine más poético en Georgia”.
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