Los dos últimos largometrajes de Canarias Cinema transitan entre el romance de Galdós y Pardo Bazán y la eclosión adolescente hacia el mundo adulto

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• En el cierre de la competición del apartado canario, Mi ilustrísimo amigo, de Paula Cons, redescubre al Don Benito amante, el mismo día en el que la actriz Sara Toledo presenta el film A nuestros amigos, de Adrián Orr

Las Palmas de Gran Canaria, jueves 24 de abril de 2025. Redescubrir Galdós desde Las Palmas de Gran Canaria: como hombre y como amante. Eso es lo que permite, entre otras cosas, Mi ilustrísimo amigo, de Paula Cons, incluida en la sección de largometrajes de Canarias Cinema en el presente Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. La historia de amor entre Don Benito y Emilia Pardo Bazán se transforma en película, porque así fue, de película, aquella relación pasional y epistolar de la improbable pareja. También compite por el Premio Richard Leacock el trabajo A nuestros amigos, de Adrián Orr, realizador, guionista y director de fotografía, que aborda con una mirada especial el asunto universal del paso desde la adolescencia a la vida adulta en el barrio. Ambos títulos debutan en el Festival este domingo 27 de abril.

Mi ilustrísimo amigo (2024, España, 84 min.) se proyecta en una sesión para público y jurado a las 10:00 horas, en la sala 6 del Cine Yelmo Las Arenas, y también a las 18:00 horas. Además, se ha programado un último pase el miércoles 30 de abril, a las 20:00 horas, en la sala siete.

A nuestros amigos (2024, España-Portugal, 90 min.) tiene fijada su sesión para público y jurado a las 12:15 horas de este domingo, de nuevo en la sala seis del Cine Yelmo Las Arenas. La misma que vivirá un pase general a las 20:15 horas, con la actriz Sara Toledo presente. El último pase se ha programado a las 12:00 horas del viernes 1 de mayo, en la sala siete.

Mi ilustrísimo amigo

Mi ilustrísimo amigo explora la historia de amor entre Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós. Adelantado a su tiempo en muchos sentidos, el romance da más que juego en pantalla, con el reto enorme que afrontaron sus intérpretes, Lucía Veiga y Paco Déniz. La película fue impulsada por el productor canario Chedey Reyes, que encargó a Paula Cons una dirección que la gallega ha asumido con la pasión que corresponde a un proyecto de esta naturaleza.

El binomio canario-gallego, por tanto, se traslada aquí desde el desarrollo de la historia a su realización. Cons comenta cómo “al abordar una película de época siempre intentas traértela al hoy. Pero es que aquí hubo que hacer cero esfuerzo, porque Galdós y Pardo Bazán me parecen tan contemporáneos. Y nos pueden enseñar tantas cosas sobre las relaciones personales, sobre el sexo, incluso”.

La directora se congratula de haber compartido equipo con la directora de arte, Vanesa Téllez, Fede Pouso en vestuario y la canaria Tere Ruano en la dirección de fotografía, además de con el propio Reyes. “Hablamos todos tanto, jugamos tanto con los colores y los elementos. Establecimos mucho diálogo y comunicación entre nosotros, y eso fue decisivo”.

Cons alude a su Don Benito, Paco Déniz, como “el experto sobre Galdós, es un currante. Tiene una dedicación que te gana. Confió en mí y saltó sin red”, apunta, antes de describir a su compañera, Lucia Veiga, como “un animal escénico”. Ambos sostienen la historia, no solo con su trabajo, sino con su química en pantalla. La realizadora defiende que, desde el principio, “fue brutal. Desde el primer día. Haces una pasada de texto caminando por la calle, y dices ¡buf! Y en la segunda dices, ¡Dios mío, es que están para rodar!”.

El rodaje, justo se desarrolló durante una semana en Madrid y tres en Gran Canaria. Descubrir las localizaciones galdosianas de la capital grancanaria fue toda una revelación para Cons. “Cuando llegué, aluciné con estos edificios. Arquitectónicamente es maravilloso”.

La realizadora gallega, que ha firmado antes obras de cine histórico como Lobos sucios (2015) o La isla de las mentiras (2025), además de la serie de televisión ¿Dónde está Marta? (2021), manifiesta que con Don Benito “tiene una deuda toda España, no solo el cine. Mejor nos iría a todos si leyéramos los Episodios Nacionales. Cuarenta años de dictadura hicieron mucho por el olvido de Galdós. Y también por Emilia, aunque en cierto modo tenía unas ideas más conservadoras. Con ella”, prosigue, “también se ha sido muy injusta. Se ha dicho que cualquiera podía ser feminista con la posición que tenía. Pero muchas estaban ahí y no hicieron nada. Ella acuñó un término como mujericidio, y nos dejó su impronta”.

Con todo, en la película “queríamos centrarnos en la persona. Hay un punto en el que te tienes que atrever. Si te paras a pensar sobre quien estás tratando, te paralizas. Y aquí están a calzón quitado, personas de carne y hueso, cometiendo grandes errores y amando. Haciéndolo como buenamente pueden”. Para Cons, Benito y Emilia “se humanizan. Y él es muy víctima de su tiempo. Y a pesar de eso era el mejor hombre posible en ese momento. Aun así, frente a ciertas cuestiones que toca la película, ambos eran víctimas de un patriarcado, y una sociedad en la que, en realidad, no les podíamos pedir más”.

Para Cons, los dos personajes “no se puede ver desde el ahora. Galdós quizás no fue justo con Emilia, pero se da cuenta, y eso es muchísimo. Y se hace daño a sí mismo. Aquí es un hombre que muestra sus emociones y pide perdón. Me parece de una masculinidad maravillosa”.

La realizadora confiesa que “como directora de documental, periodista y directora de cine, los hechos reales me encantan. Todo el mundo cree que es proyecto mío, pero no: fue un encargo de Chedey. Y el proceso del rodaje ha sido para mí hasta curativo”. Cons se muestra contenta por la presencia de le película en el Festival de la capital grancanaria. “Es muy bonito que una película sobre Galdós esté aquí, es como cerrar un círculo”, apunta, para catalogar de “increíble” la selección de «Canarias Cinema» para esta edición. Además, “me parece preciosa la relación de la ciudad con el festival. Un festival de cine alternativo, muy interesante”.

A nuestros amigos

Adrián Orr dirige A nuestros amigos, obra en el límite del documental. Un género en el que, por otra parte, se ha movido con destreza el realizador en Buenos días resistencia (2013) y Niñato (2017). El director madrileño, formado en Lisboa, propone aquí el trabajo final del seguimiento de la vida de Sara Toledo, rodada en su mayor parte en Madrid. En el barrio. Su adolescencia, su paso a la edad adulta, se convierte en el armazón de una pieza dotada con todo el poder de atracción de lo real, de lo auténtico.

“Esto fue larguísimo, cuatro años de rodaje”, recuerda Toledo, que estará en el certamen de la capital grancanaria para presentar el largometraje. “Me han dicho que es un festival increíble y que me va a encantar”, anticipa.

“Adrián fue encontrando la peli después del primer verano, luego la intensidad ha sido decreciente”, explica la actriz, en torno a la preparación de una pieza que califica como “un híbrido documental, entre lo que me estaba pasando y lo que Adri ha ido viendo”. La intérprete incide en que en la pantalla se termina por reflejar el “sentimiento de ir creciendo durante la peli, de eso hay muchísimo. Yo misma me he ido acercando mucho más al cine, y de hecho es a lo que me dedico ahora”.

Cuando comenzó el rodaje, Sara tenía 18 años, “no me enteraba de nada”. Hoy es una actriz a la que a veces le resulta difícil “verte en esos años que han sido tuyos. Depende del día en que te pille, o te sube o te caes, porque te pilla de bajona y no te gustas. Pero en general ha sido un proceso fácil y divertido, porque Adrián y yo somos muy amigos. Y siempre ha habido mucha libertad, en cuanto a lo que queríamos o no queríamos hacer. También teníamos la tranquilidad de que teníamos tiempo para hacerlo”.

Hoy, Toledo ya puede decir que “ha sido genial, porque esta película ha sido muy nuestra, de nosotros”. Eso sí, “estoy muy sorprendida de la respuesta que está teniendo”, en pleno circuito de festivales. La película de Orr ha recibido el Premio Colegio de España al mejor documental en el Festival du cinéma espagnol de Nantes. Y está recogiendo el aprecio y el aplauso de la crítica.

También Toledo, que, sin embargo, comenta que “me han dicho mucho esto de convertirme en la voz de una generación, y que represento mucho a la gente de mi edad, que tiene esa necesidad de verse”. Más, si se cuenta que en su pasado también figura su papel en la obra teatral Future Lovers de La Tristura, en donde seis jóvenes nacidos en torno al 2000 comparte entre ellos y con el público su mirada del mundo.

“No creo que nadie pueda tener eso”, afirma la intérprete, “lo único que siento es que hay muchas cosas que son muy concretas y otras que son universales. Por supuesto, cuando Adri decide ponerme un foco habla de muchas cosas que están pasando alrededor, pero no creo que la intención final sea esa, sino la de abordar de algo más íntimo y personal”. “En todo lo que hecho”, reflexiona, “se habla al público desde una intimidad y cotidianeidad. Si tuviera que sentirme orgullosa sería de eso. No de querer dar a voz al resto, sino de aparecer como un reflejo en el que pueden reconocerse los demás”.

 

 

 

 

 

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