Los discos de Dylan, Neil Young y James Taylor que una jovencísima Joana Serrat devoraba en casa de sus padres en su Vic natal marcaron una huella que ahora, a pesar de los años transcurridos y la evolución evidente, sigue notándose en su música. De ahí que lo suyo sea una arrebatadora e hipnótica lectura del folk y el rock tradicional norteamericano, aportando un extra de fascinación y de personalidad que sólo puede venir desde una perspectiva foránea. Jugando en las ligas grandes y con el beneplácito de figuras como el cantautor Israel Nash (productor de su último y muy notable disco Dripping Springs), la catalana se confirma como uno de los productos más exportable de nuestra escena musical.
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