Omar Razzak retrata el Tenerife de los noventa en ‘Matar cangrejos’: la historia de dos hermanos “que solo se tienen el uno al otro”

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 La llegada de Michael Jackson a la isla en 1993 es el punto de partida de una historia familiar plena de color e intensidad narrativa, con la interpretación de los jóvenes Paula Campos y Agustín Díaz como un impagable valor añadido

 Razzak consigue un film familiar y cercano, en unas islas a las que también retrata como “un paraíso en el que suenan siempre aviones”

 La película compite en el apartado de largometrajes de Canarias Cinema, después de obtener el premio al mejor título español en la sección Zonazine del Festival de Málaga, certamen en el que Paula Campos fue galardonada como mejor actriz

 

Las Palmas de Gran Canaria, sábado 15 de abril de 2023.- En 1993 Michael Jackson aterrizó en Tenerife. Su llegada trascendió el concierto programado y se convirtió en todo un acontecimiento popular. Con el paso de los años, además, ha terminado por ejercer de ancla en la historia que propone Omar Al Abdul Razzak en su original Matar cangrejos: una coproducción hispano holandesa (con la canaria Tourmalet Films y la neerlandesa IJwater Films) que retrata la realidad de dos hermanos en aquella isla de comienzos de los noventa. El resultado es una obra que destaca por su textura, los colores y el peso de una narración que traslada al espectador a otra época no tan lejana. De hecho, apela al público a encontrar no sólo el sentido del relato sino también el sabor de las sensaciones que destila. Matar cangrejos triunfó recientemente en el Festival de Málaga (premio a la mejor película española en la sección Zonazine y Biznaga de Plata a la mejor actriz otorgada a Paula Campos), y compite ahora en el apartado de largometrajes de Canarias Cinema, en el Festival Internacional de Las Palmas de Gran Canaria.

¿Fue complicado producir una película ambientada en los primeros noventa del siglo pasado? No tanto, al parecer. “Tenerife hoy se parece mucho a los noventa, en realidad”, explica el director. “Teníamos muy poco tiempo para conseguir director de arte y mucha gente nos dijo que no, por lo complejo que parecía. En realidad, yo les decía que todo sigue igual. Y es verdad, en las zonas en donde rodamos el paisaje sigue casi idéntico”. Aunque hubo otros factores que ayudaron a retratar el momento, apunta: “el trabajo de vestuario fue fantástico. Nos preocupaban más los colores, y ahí Arte y Vestuario hicieron una pasada de trabajo”.

Matar cangrejos está rodada, mayormente, en Boca Cangrejo, “bajando por la costa sur” de la isla. Omar Razzak confía en el entorno, porque “por ahí ensayaba con un grupo de música que tenía cuando era muy joven. Conocía las localizaciones, y las tenía en mi cabeza”. Los alrededores del Aeropuerto de Los Rodeos también se convirtieron en localizaciones socorridas para un título en el que no todo es ambientación, ni mucho menos.

El punto de partida de la historia fue “la foto de la llegada de Michael Jackson, con dos niños vestidos de típicos para recibirlos”, recuerda el realizador canario. “Una de las niñas parecía nórdica: muy rubia, de alguna manera la imagen también conectaba con el turismo. Luego, ¿qué hizo Michael Jackson? Se dio una vuelta por Loro Parque. Ese fue el punto de inspiración”, cuenta el cineasta.

A partir de ahí, Matar cangrejos gira en torno a la historia de una madre, que encarna con solidez Sigrid Ojel, y sus dos hijos, que interpretan con sorprendente impunidad Paula Campos y Agustín Díaz. La mujer, precisamente, trabaja en aquel Loro Parque de los noventa, y los niños viven en una realidad peculiar en su entorno costero.

El director recurrió a la cercanía, a los constantes ensayos en los domicilios familiares de los actores más jóvenes y a una trabajada complicidad con ese núcleo del reparto. “Decidí que no iba a recurrir a un coach, como suele ser habitual cuando se trabaja con niños”, comenta, “quería encontrar un ambiente en el que todos nos sintiéramos cómodos”.

El casting lo dirigió Silvia Navarro, aún en tiempo de pandemia, y la mayoría de los actores llegaron de la zona de Añaza. Aunque la niña, Paula, “llegó de casualidad. Era la hija de un compañero de trabajo de mi padre de toda la vida. Su tía sabía que estaba buscando gente, y me decía espérate… Tardó un mes en traerla, porque ella no quería actuar. Pero en la primera prueba ya lo vi. Lo que pasa es que la niña es una actriz”, subraya Razzak. Y “el niño es también espectacular. Los niños la verdad es que son muy inteligentes, lo entendían todo y al final fue muy sencillo trabajar con ellos. Eran muy buenos actores”.

Lo que se ha trasladado a la pantalla le da la razón. Porque Matar cangrejos expone una situación crítica en la familia, en esa historia que se aborda casi con un concepto documental. Pero se sustenta de manera inequívoca en lo que trasladan los jóvenes intérpretes en pantalla, plenos de autenticidad, naturalidad y frescura.

Como recompensa añadida, “a Paula la película le ha servido para convertirse en una buena estudiante”, señala el director isleño. “En este rodaje había muchas mujeres, y eso ella eso le llamó mucho la atención. Le motivó muchísimo para decir ‘yo quiero seguir estudiando’. Ahora aprueba todas y hasta saca buenas notas, cosa que no pasaba antes». Agustín, el niño, “ya era buen estudiante”.

Omar Razzak confiesa que “no soy muy estructurado. Conozco las normas, y sé lo que uno tiene que hacer para escribir el guion correcto. Pero al final me enredo. Eso lo utilicé en la película. Hay un plano de una pared que parece un collage, hecho con materiales cogidos de un lado y otro. A Arte yo les decía que lo miraran, porque eso era la película”.

La descripción de su proceso creativo resulta relevante, porque justo su obra se construye “a partir de la memoria fragmentada de un niño. Esa es la idea de mosaico”, aunque, “más allá de lo que yo quiera contar, y sí que se habla del choque entre lo nuevo y lo viejo, el folklore y lo que viene de fuera, lo que funciona muy bien es la historia de dos hermanos que se dan cuenta de que sólo se tienen el uno al otro”.

El realizador admite que ha conseguido lo que buscaba, “una peli muy ruidosa, en el sonido y en el color. Algo que quería decir era que Canarias es un paraíso donde suenan siempre los aviones”. Y explica que, pese a trabajar habitualmente también como montador, esta función la delegó en la holandesa Katharina Wartena en Matar cangrejos porque “tiene mucha experiencia y yo no podía hacer el montaje de esto. El montaje es agotador, la peli está ahí, la tienes que encontrar. Si trabajas en equipo creo que eso hace que sea mejor película. Aquí era bueno coger distancia”.

Omar Razzak se ha convertido en habitual en el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, con un currículum como director que incluye los largos Paradiso (2014) y La Tempestad calmada (2016) y los cortometrajes Los espacios confinados (2019) y La prima cosa (2021). En esta edición también figura como productor de La tara (Amparo Aguilar, 2022) y del corto El padre bueno (Jorge Cañada Escorihuela, 2022), con Tourmalet Films. “Al festival me gusta ir todos los años que puedo”, subraya, “por su programación, que es muy buena, y por los cineastas de Canarias, porque suelen ir casi todos, hablas con ellos, te vas enterando de lo que hacen. Eso es importante”.

MATAR CANGREJOS
“Un precioso viaje al Tenerife de los noventa a través de los ojos de dos entrañables hermanos y la visita de Michael Jackson a la isla.” Luna Frax, programadora 22FICLPGC

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