Una colección de historias en torno al agua, el amor y la muerte conforma la propuesta de cortometrajes a concurso en Canarias Cinema

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Cloro, Shirampari, herencias del río, El padre bueno, Circe, En un segundo, Todo el mundo habla de Javier y Visionado integran una sección atractiva e hipnótica para el espectador, que transita entre la memoria histórica, el drama, la fábula, el género fantástico, el suspense, el documental o la comedia negra

 Los realizadores Pablo Borges Díaz-Llanos, Lucía Florez, Jorge Cañada Escorihuela, María Abenia, Pablo Fajardo Juan, Fátima Luzardo y Manuel Román Sierra firman las piezas en concurso

 Los cortos se proyectan en una misma sesión, el 15 y el 23 de abril

Las Palmas de Gran Canaria, viernes 14 de abril de 2023.- Agua, amor y muerte. De una forma u otra los siete títulos que conforman el apartado de cortometrajes de la sección Canarias Cinema conectan con uno o varios de estos conceptos como eje central en sus propuestas. Los siete realizadores en concurso abordan, sin excepción, narrativas y entornos singulares, en un ejercicio de verdadero cine que, en conjunto, dibujan una propuesta heterogénea, atractiva y hasta hipnótica para el espectador. Todo, en un espectro que barre desde el extremo de la memoria histórica, el drama, la fábula, el género fantástico, el suspense, el documental o la comedia negra.
Pablo Borges Díaz-Llanos, Lucía Florez, Jorge Cañada Escorihuela, María Abenia, Pablo Fajardo Juan, Fátima Luzardo y Manuel Román Sierra firman las piezas seleccionadas: buena parte de ellos se estrenan en el certamen de Las Palmas de Gran Canaria, que en este segmento presenta una propuesta plena de frescura y vocación de trasladar nuevas miradas contemporáneas a la pantalla. Los cortos se proyectan en una misma sesión programada el 15 de abril, y otra, el día 23.

Cloro | Pablo Borges Díaz-Llanos

Pablo Borges debuta en la distribución profesional con Cloro: una historia de amor prohibido en un contexto específico como el del waterpolo. “La idea del corto siempre fue la de hablar de una relación que estuviese en un ambiente prohibido, en el que no se permitiese. Sobre todo, en deportes, en donde en el contexto prima la masculinidad, la de soy el más fuerte o tengo que llegar el primero”, explica el director.

Borges desechó la idea inicial de ambientar en el fútbol su historia pasional, entre dos jugadores de un mismo equipo, “porque igual estaba muy tratado. El waterpolo tenía el componente más sensual, del agua que se mezcla entre los cuerpos. Queríamos reflejar otros aspectos de esa masculinidad”.

El realizador es “totalmente consciente del impacto de las imágenes”, las que retratan la atracción mutua de los protagonistas. “Teníamos un poco de responsabilidad a la hora de hacer esto, porque hay gente que puede sentirse identificada. Por pura estadística tienen que haber casos de este tipo en el deporte, sí o sí. Pero son situaciones de las que no se habla”.

Borges firmó el guion de Cloro junto a Samuel Labrador. “Así”, explica, “también tenía la cabeza más puesta en la edición, en el montaje. Queríamos una montaña rusa donde el espectador se suba al principio y nosotros le llevásemos al final, con mucho ritmo, hasta llegar la pausa definitiva”.

El director reafirma la intencionalidad de su pieza, al comentar cómo “queríamos tener un subtexto latente: ok, esto es un problema que está pasando. Pero no pretendíamos un corto que abanderase nada. Lo que nos interesaba, nuestro foco, era la historia de amor prohibida entre dos waterpolistas. Para el protagonista el deporte no tenía otro sentido más allá de estar con el chico. Ya sin él no era lo mismo”.

Borges confiesa sentir “orgullo” y “una ilusión enorme” por la selección de su pieza en el festival, “porque es el más importante de las islas, y tiene además una función pedagógica entre todos los cineastas del Archipiélago. También nos abre las puertas a unos contenidos a los que de otra forma no podríamos acceder. Y nos da ese pequeño empujoncito para que podamos contar nuestras historias. Si no fuera así, en una región como es Canarias, que durante mucho tiempo ha estado huérfana de estos proyectos, sería malo. ¿No?”.

 

Shirampari, herencias del río | Lucía Florez

La peruana Lucía Florez firma Shirampari, herencias del río: un documental en la Amazonia profunda que narra la historia de cómo un padre enseña a su hijo la pesca del bagre. Un pez gigante en torno al cual gira toda una tradición en la comunidad ashéninka. La pieza documenta la cultura indígena de una forma auténtica y en pleno contacto con los protagonistas. La defiende en el festival su productor creativo, Chemi Pérez, que también participó en las tres semanas de rodaje en la selva.

“Fue maravilloso rodar con estas personas, y bastante sencillo”, cuenta Pérez. “Estaban super ilusionados desde el principio y han hecho el proyecto suyo”. La preproducción fue trabajada a base de llamadas de Zoom, contactos previos con guardaparques y gente implicada en las ONGs que trabajan en la zona y la propia sociedad civil local. Además, subraya Pérez, «al llegar allí tuvimos un equipo muy bueno en las labores logísticas”, y el respaldo de National Geographic, “que ayuda mucho”.

Shirampari muestra al espectador la realidad de la comunidad indígena desde muy cerca, casi con la cámara pegada al reparto, incluso en las escenas de la pesca del bagre. Sin embargo, el intenso rodaje no merma en absoluto la naturalidad que respiran las imágenes. “No sé si es por la falta de exposición a la imagen digital, o bien porque lo tenían interiorizado, pero la verdad es que nos sorprendió un montón su naturalidad. Fue un rodaje muy participativo. Ellos también nos guiaron sobre cómo teníamos que grabar para acercarnos lo más posible a la realidad”, explica el productor. Todo, con un color también muy conseguido, “grabado en momentos especiales del día para buscar justo eso”.

Pérez, también buzo que tuvo una participación activa en el rodaje en el río, cuenta que el corto, además de convertirse en una manera de conservar la tradición local, «era además una forma de mostrar cómo ellos viven ya en un mundo global. Lo que sale en la película de su propia cultura lo muestran con naturalidad. No queríamos mitificar su realidad». Esa cultura global se refleja en la ropa de los protagonistas (a menudo, prendas deportivas de marca) o su uso de los smartphones. “Si esta comunidad tiene móviles o ropa moderna sería un poco necio plasmar que viven el pasado”, añade.

El productor destaca la experiencia de la directora, Lucía Florez, y su director de fotografía, Diego Pérez, “que llevan años rodando con comunidades indígenas. No buscan capturar momentos más mistificados o artificiosos, consiguen llegar muy cerca de la gente”, recalca. Diego Pérez, precisamente, fue el impulsor inicial de la idea, cuando, en un trabajo para la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, vio que alguien salía del río con el pez gigante, “y se quedó asombrado”.

El productor del corto recuerda que “la experiencia en sí fue tremenda. Es muy caro llegar a un lugar así. Fue complicado, pero gracias a la actitud de las personas que estaban allí fue una delicia trabajar”. Ahora presenta sus resultados en un festival al que llega por primera vez. “La verdad es que teníamos un montón de ganas”, apunta.

 

El padre bueno | Jorge Cañada Escorihuela

El aragonés Jorge Cañada Escorihuela ha obtenido este mismo año el premio a la mejor dirección en cortometrajes de ficción que otorga el festival de Málaga, por su pieza El padre bueno. Obra que ahora compite en Canarias Cinema y que se presenta en pantalla como una sólida pieza fantástica. A pesar de que al propio realizador la empresa de firmar con corto le resultaba inicialmente “muy complicada”.

El padre bueno avala su dedicación. “No había tiempo para presentar los personajes. Lo hacemos muy pronto. Y establecemos esa trama simbólica. Es un corto muy de cine, creo”, explica Cañada. “Es una pieza muy atmosférica, que entras o no: pero si entras vas continuamente hacia adelante. Hasta el final, donde fluye idealmente”.

El cortometraje está rodado en el pueblo natal del realizador, en Teruel. Un ambiente rural, en el que se cruza la presión que debe afrontar un buscador de agua apenado aún por la pérdida de su niña. El hijo pequeño se convierte en el contrapunto perfecto de un relato hipnótico, con imágenes de gran fuerza para el espectador. “Tenía la ventaja de conocer las localizaciones muy bien. Hay una coreografía entre la cámara y los elementos naturales. Y no es baladí cada movimiento de la cámara”, comenta el director, que parecía afrontar el rodaje con las cartas marcadas desde su propio guion.

El casting ha sido también una de las fortalezas que destaca en el corto, con David Lorente como protagonista, junto al joven Leo Céspedes. “Fue difícil encontrar a un crío tan natural, que no te saque de la historia”, cuenta Cañada. “El niño, en realidad, es así, y tiene mucho potencial”. Algo que demuestra en la película, también gracias al trabajo del coach Manuel Martínez.

El padre bueno, además de Málaga, se pasea hoy por certámenes como los de Valencia, Bilbao, Valladolid, Manchester o incluso en La India. Cañada Escorihuela había firmado antes otros dos cortos: Los caballos salvajes, “que fue más un experimento”, y Snowball, con Francisco Reyes. El padre bueno está producido por el canario Omar Razzak (Tourmalet Films).

Aunque su bagaje en el cine va mucho más allá: ha colaborado con Ari Aster en el rodaje de Beau is Afraid (que protagoniza Joaquín Phoenix y que se estrena este mes de abril), y ha sido VFX Supervisor (supervisor de efectos visuales) en series como The Crown, The OA, The Virtues, Mars o Electric Dreams, entre otras. “Ahora sí que me estoy metiendo en la dirección”, apunta un realizador “muy fan del anime japonés” y que busca en sus primeros cortos ahondar en la dirección de actores. Del festival de la capital grancanaria, en el que ahora aterriza, ya sabe que tiene “un perfil muy especial, donde se descubren cosas que luego tienen un recorrido muy rico. Es un festival internacional, y tengo muchas ganas de disfrutarlo”, apunta.

Circe | María Abenia

Mitología griega trasladada a la edad moderna en escenarios como los de Buenavista del Norte, en la costa, y en varias partes del Macizo de Teno y en la Cueva de Tamara, en Guía de Isora (Tenerife). Ese es el sustento sobre el que María Abenia firma su primera pieza. “Atrevida, más propia de los años setenta y ochenta”, en palabras de la propia realizadora, incondicional del neorrealismo italiano, y autores como Pasolini o Rosellini.

Abenia sitúa a la hechicera Circe en un entorno rural actual, en un tipo de historia “con el que quería atreverme”, confiesa, “como maestra he trabajado mucho el cuento. Y cuando he pasado al cine he intentado explorar ese otro lado oscuro”. Así, en torno al texto clásico de La Odisea, nuevas premisas que plantean autores como Samuel Butler (que en su ensayo defiende que el texto homérico está firmado en realidad por una mujer) y el rol de féminas que en el imaginario clásico “se saltaban la monogamia, y eran libres”, la realizadora, también fotógrafa durante muchos años, ha levantado en pantalla una fábula que “dialoga con el tiempo presente”.

Un cuento en el que brillan coros al modo del teatro clásico, entonados por un reparto no profesional, y en el que un joven carnicero entra en conflicto con la hechicera. Personajes que discuten el canon. Él es joven y frágil, lejos del arquetipo del héroe. Circe es una mujer madura y ajada por la vida. El corto también destaca por la dirección de fotografía de Mauro Herce, a la que la directora agradece su apoyo (“un amigo muy especial: y para mí es uno de los cineastas más relevantes del panorama español”), al igual que hace con el productor, David Baute, y con Manuel Muñoz Rivas, responsable de la edición y montaje.

Con estos sólidos apoyos, Abenia afrontó un rodaje con actores no profesionales, “vecinos y amigos míos”, y hasta con la participación de cochinos negros canarios que la propia directora ha estado domesticando desde que eran crías. “En realidad”, apunta, “el rodaje fue una odisea en sí: fue homérico total”.

La realizadora resalta, igualmente, la figura de Fabiola Socas, “una cantadora de aquí, que a nivel de acústica me ayudó mucho. No tiene visión, pero tiene un gran oído y es la artífice de la letra final en el corto: un tajaraste herreño, que tiene su origen en cantos de mujeres, que me sirvió para terminar de contar lo que quería en la película. Eso le da un tono de ensoñación, y hasta una pequeña moraleja a la fábula”.

Circe acaba de recibir un premio de Canarias en Corto y del Gobierno de Canarias, de distribución. Ya se ha movido en el festival de Gijón y ahora aterriza en el certamen de Las Palmas de Gran Canaria. Una cita que para la autora “es un referente. Lo seguimos, lo queremos y lo conocemos de hace muchos años. En 2022 ya estuve en MECAS con un proyecto de largometraje. Ahora me hace muchísima ilusión: es un bautizo con Circe, que tiene un minutaje difícil, de 29 minutos, entre el corto y el largo, y no es fácil mover este tipo de piezas. Festivales como este son indispensables para poder compartirlos».

En un segundo | Pablo Fajardo Juan

Guionista con recorrido, dramaturgo, copy creativo: Pablo Fajardo Juan se concede ciertos respiros en sus trabajos en televisión y publicidad para extender su producción como director de cine (la mayoría de las veces, de cortometrajes). Suyas con piezas como No son los patos (2014), Casita (2015) o 300 todo incluido (2018), así como la presencia en más de una veintena de festivales internacionales. Ahora firma En un segundo, producida por PapayaNaranja: una insólita confrontación entre psicóloga y paciente, que se construye como una efectiva comedia negra.

Sigrid Ojel e Iñaki Miramón protagonizan esta sesión entre doctora y paciente, que discurre entre los paréntesis que le concede a la historia central el diálogo (también terapéutico) entre la protagonista con Lili Quintana y una tensa relación con un vecino desagradable. Fajardo define como toda «una satisfacción» participar con esta pieza en la selección de Canarias Cinema, «porque es una comedia, y es muy difícil entrar con este tipo de propuesta».

“El cine te permite, al margen de juntarte con gente que cae muy bien, experimentar y enfrentarte a un reto, probando con nuevos lenguajes y nuevas maneras de hacer las cosas”, apunta Fajardo sobre sus propias inquietudes como realizador. “Y al final está el enigma de si se cumplen las expectativas con el trabajo”.

En el caso En un segundo, el proyecto, añade, “lo presentamos en primer lugar a las ayudas del Gobierno de Canarias de producción de cortos, salió y nos pusimos a ello. El corto tiene la particularidad de que es la adaptación de un relato que escribí hace tiempo, para ‘Nuevas Escrituras Canarias’. Estaba en el libro, Al fondo hay ruidos, que fue premiado. Hice algunos cambios y ahí está el resultado”.

El reto que afrontó en este caso el director “era buscar soluciones diferentes para que tuviera un ritmo ágil, siendo una historia con personajes en una habitación. La estructura del montaje, irnos de un sitio a otro, ya estaba en el guion. Y en cuanto al casting, a Sigrid la teníamos en mente desde el comienzo. Los papeles de Lili y Cristóbal surgieron en preproducción. Con Iñaki tengo una buena relación, escribo en una serie en la que está él. Se lo planteé, y le apeteció mucho hacerlo. Funciona muy bien. Te sorprende”.

Omar Caballero (Fotografía) y Cristóbal Tabares (Arte) “son los responsables de esos colores y texturas que tiene la pieza”, explica Fajardo. “Jugamos con las simetrías y los campos asignados para los personajes. Y también con los cambios de eje, para subrayar el cambio de roles que se produce en la escena”.

El cineasta canario, además de su experiencia con los cortos ha dirigido el largometraje El huido (2018). En televisión ha trabajado como guionista para series y programas como Los hombres de Paco, Fuera de juego, Palomitas, Vaya tropa, Malditos vecinos o Aquí no se fía, entre otros títulos. Sobre el festival de la capital grancanaria adelanta que “tengo muchísimas ganas de ir. Al margen del año en el que estuve seleccionado (en 2018, con 300 todo incluido), viví durante cinco años en Gran Canaria y siempre que podía iba como espectador. El festival te permite descubrir muchas pelis más independientes, y luego está lo que cuenta todo el mundo: coincide mucha gente del mundillo que no ves desde hace tiempo”. Además, destaca que el certamen de Las Palmas de Gran Canaria “fue el primero al que enviamos el corto”.

Todo el mundo habla de Javier | Fátima Luzardo

El impacto del asesinato de Javier Fernández Quedada en 1977, en las puertas de la Universidad de La Laguna, por disparos de la Guardia Civil, queda retratado en las cartas de Fátima Luzardo a su padre mientras cursaba sus estudios en el centro tinerfeño. “Eran momentos en los que los jóvenes deseaban el cambio y luchaban por ello. Yo empezaba a ver como las cosas se revelaban ante mí”, apunta a modo de sinopsis la realizadora que, en Todo el mundo habla de Javier, aborda uno de los episodios más trágicos de la historia reciente de Canarias.

“El corto”, precisa la realizadora, “realmente va de la visión que tenía una chica de 17 años cuando estaba en la Universidad, que era yo. Mi padre, que era militar, se fue al País Vasco porque pagaban más y podía cubrir todos los gastos de mis estudios. Ese verano yo estuve en San Sebastián y descubrí lo que era ETA. Y luego, al entrar ese mismo año en la Universidad descubrí lo que pasó con Javier, y lo que estaba pasando en el país”.

Todo el mundo habla de Javier obtuvo el premio del público en Visionaria. Cuando el certamen lanzó su convocatoria lo hizo bajo el lema “¿Hemos cambiado?”, y ahí lo que le vino a la cabeza a Luzardo “fue la imagen de Javier, por el impacto que me causó en ese momento. Quise hablar del contexto sociopolítico, dentro de mi relación familiar y personal con mi padre, con el que me escribía muchísimo y nos queríamos muchísimo. Nos escribíamos incluso desde antes de que él estuviera destinado fuera”.

Para el montaje, Luzardo empleó imágenes de archivo de la Facultad de Ciencias Biológicas de La Laguna, donde estudió Javier. También imágenes de La Laguna, de Javier, del suceso de su muerte, “con la intención de expresar algo que me había impresionado durante años, y que aún me impresiona. Sabiendo que mucha gente hoy aún no sabe lo que sucedió. Y la gente joven, menos todavía. Y creo que hay que conocer las cosas para que no vuelvan pasar”.

La realizadora señala que “yo no me detuve tanto en la investigación. Ya hay un libro muy bueno sobre el tema, La bala que cayó del cielo, de Rosa Burgos, en 2012, cuando se levantó el secreto de sumario. Yo cuando lo leí me quedé impactada, porque había personajes importantes de la Universidad diciendo que Javier se drogaba, que quizás se tiró de la azotea pensando que volaba. A mí esto me indignó. Lo tenía ahí, como enquistado. También está en el libro cómo se presionaba a la familia para que no protestara y cómo, al final, realmente no se hizo nada. Todo esto me despertó una empatía, lo que le había sucedido a él me podía haber sucedido a mí”.

Con todo lo que tenía, subraya, “al final preferí contar todo desde el punto de vista de una chica de 17 años que ve cómo las cosas pasan ante ella y va abriendo su mente a lo que realmente estaba sucediendo”. Esta propuesta epistolar de Luzardo ha nacido con buen pie. Se ha proyectado en distintos foros en la Península, y también fue designada con el premio al mejor cortometraje documental en el certamen majorero Atlántica Documenta. Ahora llega con un aval estimable al festival de Las Palmas de Gran Canaria para integrar la propuesta de cortos de Canarias Cinema.

Visionado | Manuel Román Sierra

Visionado es un corto impactante, de mirada subjetiva en un solo plano, que termina por llenar de inquietud al espectador. Una pieza que revela el poder del montaje para estructurar una historia atractiva e hipnótica, en tan sólo cuatro minutos de metraje. Sin palabras de por medio, lo que sucede se revela en pantalla de forma metódica, bajo la dirección de Manuel Román Sierra.
El realizador, nacido en Algeciras y residente en Tenerife, apunta cómo Blow-Up, de Antonioni, fue «una referencia” a la hora de concebir Visionado, si bien ahora es un vídeo y no una foto el objeto de la narración. El corto, que también evoca el universo de La conversación de Coppola, nació como proyecto durante la etapa del confinamiento, como desvela Román Sierra: “Tuve que irme a Madrid a cuidar a mis padres. Hice algunos cursos de material de archivo y estas cosas. Y me surgió la idea de jugar con el espectador a eso de quién es realmente el protagonista de la historia. Si es el que la ve, al que estás viendo. Esta ruptura de la cuarta pared me interesaba”.

Luego, “surgió lo de Tenerife Noir, con esa propuesta que tienen para montar un corto en un par de días. Queríamos romper con la empatía con el espectador, con el tiempo. Es el montador realmente el protagonista. Y sí que es verdad que es muy marciano todo: la explicación que puedes dar a esto es tan amplia como difusa. Lógicamente, todo queda abierto, porque no podíamos desarrollar demasiado para darle un final más redondo”.

¿Y cuál es ese plano único sobre el que sustenta Visionado? El paso de un tranvía, ni más ni menos. El resultado “está muy premeditado”, cuenta Román. Porque en ese breve momento suceden cosas. “Normalmente hay una ansiedad por contar mucho en un corto. Y al final hay que sintetizar. Nosotros no queríamos salir de ese único plano”. En el “nosotros” se incluye Eli Herrera, coautora del guion original.

Román trabaja habitualmente como montador. “Y quien sabe de montaje sabe que hay cosas muy complejas ahí. No es un montaje al uso, hemos utilizado hasta mesas de DJs. En el corto está el trabajo de un año detrás. Y, por supuesto, el montaje existe también en el plano. Queríamos jugar a eso en este corto, con una composición adecuada. Los juegos de zoom también nos parecían muy interesantes. El resultado final es producto de una reflexión muy larga que pude hacer durante el confinamiento”.

El director debuta en el certamen de Gran Canaria, de ahí que adelante sus “ganas enormes de estar en el festival. Tengo mucha ilusión”. Su Visionado estará integrado en la proyección con otros seis cortometrajes, expuesto al espectador. “Es”, lo defiende, “el tipo de narrativa que a mí me gusta y siempre me ha gustado. Me interesa romper con lo académico y lo canónico. Solo hemos respetado las reglas compositivas de fotografía. El resto está todo roto”.

CORTOMETRAJES CANARIAS CINEMA
“Mar de historias con sabor local y una innegable omnipresencia del agua, cada una con su narrativa particular, que conforma la selección de cortos canarios”. Luna Frax, programadora 22FICLPGC
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