La tercera sesión de cortos de Canarias Cinema explora las ficciones de terror y amor y el documental en Cuba y El Hierro

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➢ Miguel G. Morales presenta Ekaterina: una historia de ficción con un fondo de lo que pudo ser y no fue, el proyecto de ciudad nuclear en Cuba

➢ Álvaro Pinell propone una animación romántica y plena de equilibrios simétricos en Time(L)Over

➢ zIREjA firma el íntimo [be e e e e e e e e e e e e e e ‘e e], sobre el proceso creativo de Beatriz Ballester en El Hierro

➢ El animador Carlos Baena materializa ahora el terror en imágenes reales en su impactante Tranvía

➢ Miguel Mejías juega con el concepto del tiempo y la huida en un escenario distópico en The Foundation

Las Palmas de Gran Canaria, viernes 22 de abril de 2022. Canarias Cinema propone una tercera sesión de cortometrajes en la que las sensaciones del espectador podrán oscilar perfectamente desde el terror y el ambiente distópico más inquietante hasta la reflexión más íntima, la observación del proceso creativo de la artista o incluso el amor imposible. Cinco títulos componen una proyección que el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria proyecta en Cinesa El Muelle desde este domingo 24 de abril.

Ekaterina, de Miguel G. Morales

Miguel G. Morales es, junto a Silvia Navarro Martín, el firmante del referencial De los nombres de las cabras (2019), una de las piezas icónicas del nuevo cine canario. Y una muestra más de la tendencia del realizador tinerfeño a desafiar los límites del documental, a menudo entre la investigación y el ensayo. Piezas como los cortos Ángel Caído (2018), Pozo negro (2017), Hombre que hace que duerme (2015) o Retina (2014) han conformado su sello personal a la hora de abordar el trabajo con la cámara, que comenzó a finales de la década de los noventa. Últimamente, igualmente atinado a la hora de revisar el discurso histórico tradicionalmente asociado a Canarias.

Habitual del Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, siempre implicado en mostrar su obra en su Archipiélago, Morales presenta ahora en Canarias Cinema su particular ficción sobre lo que quedó del sueño de la ciudad nuclear de Juraguá: un proyecto fallido cuyos restos (caminos, paisajes y viviendas retratadas con desolación) parece llevarlos en el rostro el protagonista, Rafael Fonseca. El director ha llevado a la pantalla el guion del poeta cubano Atilio Caballero, que llegó a residir en la CEN (Ciudad Nuclear de Juraguá), muy cerca de su Cienfuegos natal.

“Creó una compañía de teatro, compartió conmigo su experiencia y pude leer sus textos sobre la ciudad”, recuerda el realizador. “Allí”, precisa, “surgió el reto de volver a narrar una historia desde la ficción, y de volver a Cuba, donde encontré mi camino, de donde me siento parte, y donde firmé mi primer cortometraje documental [El Viejo y el lago, 2001]”. “Además», concluye, “pude volver a colaborar con mi hermano Atilio”.

Morales conoció al poeta en 1998 en la mítica escuela de cine de San Antonio de Los Baños (Escuela Internacional de Cine y Televisión, EICTV), y colaboró con él en aquel primer documental. Caballero es uno de los escritores cubanos más prestigiosos que viven en la isla, con hasta cuatro premios nacionales en dramaturgia, novela y poesía. En Cuba, precisamente, en el 42 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, fue donde se presentó Ekaterina.

El autor define esta última pieza como “un sencillo melodrama de la clase obrera, con personajes inexpresivos, una pieza sobre la última esperanza en un lugar detenido en el tiempo”. Rafael, el protagonista, es un trabajador que formó parte de la propia construcción de la Central Nuclear de Juraguá en los años ochenta. “Hicimos un casting con personas de la propia ciudad y él fue siempre nuestra primera opción. Nos sorprendió su presencia poderosa frente a la cámara y todo lo que transmiten sus ojos. Trabajar con actrices y actores no profesionales también era parte del reto. Queríamos un cine frío, crudo”, explica Morales.

El cineasta tinerfeño aclara que Ekaterina “no es una pieza documental. Es una ficción que se desarrolla en un contexto real. Queríamos que los intérpretes fueran de allí. Viktoria Korotun, que interpreta el personaje de Ekaterina, llegó para trabajar en la central desde la URSS, allí conoció a su marido y allí se quedó”.

Morales es responsable también de la fotografía y el montaje.”Esta pieza era para mí un reto autoimpuesto, y hacer la fotografía era parte de eso”, apunta el autor, que defiende “un relato humilde, nada pretencioso, en homenaje explícito a la mirada de uno de los cineastas que más me han influido, Aki Kaurismaki”. Así, el realizador ha incidido en seguir las pautas de una economía narrativa, “planos precisos y palabras justas. Quisimos que el arte, la luz, los colores y la atmósfera fueran muy en su estética. Es una influencia aceptada y totalmente revelada. La cámara intenta emular la mirada de un melancólico”. Por otra parte, el montaje “sí que es algo más natural en mis trabajos”, añade.

La coproducción del corto llevó unos dos meses de preproducción por el equipo cubano. Luego se empleó una semana de localización, los ensayos y el arte para acometer el rodaje “en apenas cinco días”. Luego vino el trabajo, con más calma, de montaje y postproducción. “Quizás fueron unos seis meses en total”, resume el director.

Morales desvela que “siempre fue un sueño” presentar un trabajo en el Festival de La Habana. Lo logró con Ekaterina, y admite que si bien “la acogida fue muy buena, la emoción personal fue mayor”. Ahora vuelve a estar presente en el certamen de Las Palmas de Gran Canaria, donde “siempre llego con alegría. Esta es una isla en la que me han tratado con gran respeto”.

El director comenta que el Festival de la capital grancanaria “ha sido el epicentro de unión del cine hecho en Canarias, de alguna manera, también mi escuela, en muchos sentidos. He participado desde su segunda edición cuando ni siquiera yo mismo me reconocía en mis querencias, en mi intuición como cineasta”. Morales asume que “mi trabajo es muy ecléctico, con muchas puertas abiertas hacia diversas formas de narrar. Vuelvo al festival en un momento más lúcido, más comprometido con mi mirada».

Time (L)Over (Amantes en el tiempo), de Álvaro Pinell

La selección del apartado de cortometrajes de Canarias Cinema en 2022 presenta al público nombres de gran calado, con recorrido en la escena canaria y a menudo con una proyección exterior que es ya relevante… junto a obras de nuevas firmas, valientes y capaces, que se postulan como continuadores dispuestos a tomar el relevo de lo generado bajo esta cabecera durante más de dos décadas. En este último segmento es donde se sitúa Álvaro Pinell, un creador natural de Pamplona que desde hace un año trabaja como guionista (en Birdland) y reside en Las Palmas de Gran Canaria.

En Time (L)Over el autor cuenta el drama animado de dos enamorados dentro de un reloj de cuco, que solo pueden encontrarse cuando éste marca las doce. Una decisión drástica de una de las dos figuras alterará todo irremediablemente. Moralejas sencillas de discernir y un lenguaje visual directo habitan en este corto de animación de Pinell, que presenta en el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria todo un ejercicio de buen gusto trasladado a la animación.

La música de Miguel Arrondo adorna el film, que consigue un tono trágico pleno de simetrías y equilibrio en la composición. Pinell es el director de piezas como KM. 0 (2018) y Trasluz (2019), y autor con presencia adquirida ya en citas como K-lidoscopi, Navarra, Chaniartoon o Ensenada. Y que comienza a hacerse un nombre en el género.

A Las Palmas de Gran Canaria llegó poco después del confinamiento “La verdad es que no conocía mucho, pero me está gustando”, comenta con indisimulado entusiasmo. Antes, fue en un curso de animación en Pamplona cuando propuso su idea de corto, “justo en el periodo complicado”. La realización, recuerda, “se produjo de forma muy rápida: por eso no hay mucho personaje, por ejemplo. Pero en la luz y los detalles sí que está todo muy cuidado”. Time (L)Over «está pensado para ser producido en muy poco tiempo y con muy tiempo. Nos vino el confinamiento y nos vino mal por un lado, y bien por otro porque ganamos un poco más de margen. En uno cuatro meses estaba listo”, recalca.

El realizador destaca el trabajo de Raúl Hernández, director de fotografía: “Desde el principio teníamos la idea bastante clara de enfatizar mucho utilizando la luz. También tuvimos a Barbara Ros en esto: fue una gran profesional, como ha demostrado con su dirección de arte en la película de D’Aartacán. Dentro del reloj teníamos una iluminación más propia de una prisión, y al salir los personajes cambiaba toda la percepción”. En cuanto a la resolución de la pieza, admite que «en un principio teníamos otra idea de final del que se ha impuesto, uno que decidimos entre todos”. En todo caso, se manifiesta satisfecho con “la sensación que se transmite al espectador”.

Pinell subraya que si el proyecto se hizo realidad fue “gracias al apoyo de Apolo Films: me dijeron que si entregaba un guion se producía”. Hoy, está “más que encantado” de estar en Las Palmas de Gran Canaria “en un festival de estas dimensiones”. Y un poco abrumado por compartir cartel, por ejemplo, con un profesional de la animación de la talla de Carlos Baena, porque, entre otras cosas, Pinell también ha encontrado su inspiración como cineasta en una de sus obras, La noria (2018). El navarro aspira a seguir creciendo como autor, aunque por el momento, ”trabajo de guionista, gano experiencia y aprendo mucho y eso me interesa. Luego sí que me gustaría hacer algo en las Islas. Estoy pensando más en trabajar algo sobre rotoscopia: así aprovecho lo bueno que tiene Gran Canaria y también la animación”.

[be e e e e e e e e e e e e e e ‘e e], de ziREjA

El título de este corto que firma ziREja es el fonema de un balido… porque la oveja y su lana tienen ciertamente una presencia importante en una pieza en la que ha sido tanto o más significativo el proceso de su realización que el resultado final. De cualquier modo, la realizadora tinerfeña (la fotógrafa y artista Irene Sanfiel, más conocida en las Islas bajo el nombre de ziREja) consigue una pieza intimista, centrada en la figura, las reflexiones y el trabajo de la artista Beatriz Ballester.

Ballester es una creadora prolífica, madre de cinco hijos y una mujer relacionada con el arte desde su juventud. Siempre en torno a la naturaleza, la materia… La describe de forma comprometida la propia Sanfiel, que recalca cómo la artista “trabaja con la lana, principalmente la lana de la oveja canaria. Y le ha dado muchas vueltas a la cuestión de residuo o recurso y al papel de la lana en Canarias. Su producción artística es prácticamente inigualable: siempre está creando, no sólo con la lana, también con las fibras. Ha estado muy vinculada a la agricultura ecológica, ha sido una de las pioneras de esta cuestión en Canarias. Es”, concluye la directora, “una mujer muy culta, con muchas tablas y que aborda el arte puro y duro. A mí me interesa desde que la descubro y la conozco”.

Eso ocurrió en La Esperanza, en Tenerife, donde ziREja se trasladó a vivir unos diez años atrás. La realizadora rememora que aquel encuentro se produjo ”una vez que saco la cabeza de mi primera maternidad y empiezo de nuevo a cuestionarme qué es el arte y, sobre todo, a mirar hacia dentro, para empezar a reconocerme y reconocer lo que me rodea”. Con Ballester encontró intereses comunes porque “me interesan mucho las nuevas propuestas artísticas hechas en Canarias, y en especial aquellas de personas que no trabajan en el mercado del arte, y lo hacen desde espacios más íntimos».

Beatriz Ballester decidió mudarse a El Hierro, sola, para montar su taller, retratado en el corto como un verdadero universo creativo. ziREja comenzó a hacerle visitas esporádicas, “aceptando su invitación”, sin más pretensión. Con el tiempo, la directora empezó a “sentir la necesidad de grabar lo que está sucediendo, porque percibo unas relaciones muy mágicas, el paso del tiempo muy sutil. Me llama mucho la atención cómo ella desarrolla su arte desde allí, sin aparatos electrónicos y aislada. Cómo continúa con su producción”.

Es en ese momento es cuando la cineasta empieza a retratar los espacios “y a retratarla a ella, aunque es una persona a la que no le gusta mucho que la graben. Esto empieza a suceder de manera continua desde 2017. Todo ese material me sugiere muchas ideas, sin que lo tenga muy claro aún. Lo cierto es que seguí documentando su quehacer y me siento aceptada. Y empiezo a aparecer en la escena, de forma muy natural, orgánica, al mismo tiempo que otra artista y creadora, Rocío Eslava, que se suma al proyecto”.

“Al final”, comenta la directora «surgen muchas posibilidades sobre todo ese metraje. Entre ellas, la de hacer una primera pieza documental, a través de una subvención que sale con el Cabildo de Tenerife. El propio proceso de edición se convierte en un proceso artístico en sí, reuniéndonos con diferentes personas y empezando a decidir. Al final, escogimos, y de ahí sale el corto».

La edición fue “participativa, entre el equipo de ziREja, con Fidel Darias, Rocío, la misma Bea y yo. Seleccionamos esos clips y desde ahí partimos: para mí siempre es muy importante a la hora de realizar un audiovisual el concepto de la contemplación. Quería proponer algo que me gustara a mí misma verlo”.

Pese a afrontar la tarea “sin ninguna expectativa, más allá de mantener siempre el punto naíf desde el que partíamos”, la pieza fue seleccionada en el catálogo de Canarias en corto. “Me sorprendió mucho, gratamente, claro”, recuerda Irene. Su inclusión en Canarias Cinema fue otra circunstancia inesperada, “para mí especialmente, porque lo considero lo mejor en Canarias a nivel profesional y cinematográfico. Y uno de los festivales más importantes a nivel nacional. Cuando vi el resto de compañeros seleccionados me sentí súper afortunada de estar en esa relación de nombres”. Al final, el balido también se escuchará en la capital grancanaria.

Tranvía, de Carlos Baena

Tan capaz de hacer bailar flamenco a Buzz Lightyear como de provocar que su protagonista de carne y hueso remueva espaldas en los asientos con la imagen de un cuchillo ensangrentado. Carlos Baena ha firmado como realizador los cortos Play by Play (2011) y La Noria (2018). Llega al Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria 2022 con su Tranvía, film en el que se propone un escenario cotidiano que se desfigura bajo las formas del terror y el suspense, encarnado por la protagonista, Fabianne Therese. La música de Gonzalo Díaz Yerro y el sonido de Oriol Tarragó resultan también determinantes para terminar de inquietar al espectador en la obra de Baena, que aparece en pantalla con formas de gran producción y una gran capacidad para impactar en la atención del público.

El director canario, que trabaja y reside en Estados Unidos, es bien conocido por sus trabajos en películas de animación de Pixar o Paramount. En Las Palmas de Gran Canaria ha dejado patentes muestras de su talento y su visión innovadora en citas escogidas, entre ellas el festival Animayo. En su ideario defiende que el futuro del cine pasa por fusionar animación y realidad. Su fotografía, de hecho, ya anticipa esa vocación. También sus inquietudes profesionales: es el fundador de NightWheel Pictures, una compañía independiente enfocada hacia la animación y los efectos visuales más oscuros. Y también ha sido cofundador de AnimationMentor y Artella, verdaderas plataformas de apoyo a los estudiantes y los artistas en estos campos.

Su Tranvía ya ha desfilado por Sitges, HorrorFest, Rock Horror o ClujShorts. El corto, en imagen real y efectos que tienen también toda la apariencia de serlos, es el resultado de una inspiración súbita. “Un día iba conduciendo al trabajo en San Francisco, y vi en el espejo retrovisor a uno de los tranvías antiguos. Mi imaginación empezó a dispararse”, apunta Baena. Y eso, en su caso, es toda una garantía de producción artística. “A partir de ahí, empecé a trabajar una historia en relación a un personaje y su conexión con un tranvía misterioso”. Eso sí, hay otras influencias. “El cortometraje”, explica, “también está inspirado por mi admiración por la serie de los años cincuenta y sesenta de Twilight Zone, y por el cine más psicológico”.

Llevar ese Tranvía a la pantalla fue “un reto en muchos sentidos”, recuerda el cineasta. “Pasamos mucho tiempo en la preparación antes de los shoots, haciendo previsualización, ya que alquilar el tranvía no nos salía barato. Por otro lado, la parte que fue un desafío grande fue la de los efectos visuales. Al final nos acabó ayudando una escuela de efectos visuales de San Francisco y en especial, Catherine Tate y sus estudiantes. Gracias a ella y su equipo de artistas visuales tenemos cortometraje”.

Baena ha afirmado con anterioridad que el cine del futuro también será una integración entre efectos, animación e imágenes reales. ¿Ese cine ya está aquí? “Sí, desde luego. Series como The Mandalorian ya están haciendo uso de nuevas tecnologías, con resultados impresionantes”, señala el autor, que, con todo, no se siente innovador. “Se trata más de buscar formas prácticas de contar una historia, dadas las limitaciones financieras y físicas que el proyecto puede tener. En este cortometraje no tuvimos la suerte de contar con un estudio grande, con lo cual tuvimos que mirar opciones”. Aunque, en resumen, “la tecnología y todo lo que se puede hacer hoy con ella ofrece unas opciones impresionantes».

En Tranvía, Baena muestra la importancia del impacto global de la obra: imagen, sonidos, música y ritmo, además del trabajo actoral. Lo ha hecho asumiendo el montaje final. Admite que “me encanta el proceso de exploración en la parte de la edición, ya sea yo el que la esté haciendo u otra persona. Si lo hago yo algunas veces es por necesidad, porque estos proyectos independientes llevan mucho tiempo en hacerse. Pero sí que es verdad que el hacer el montaje te permite un grado de control grande. Para mí, el conectar y explorar formas diferentes de contar una historia no solo con la imagen, también con la música y el sonido, es muy importante para la experiencia que quiero que tenga el espectador”.

El animador corrobora su inclinación por la dirección, “da igual el medio”. Y confiesa que le gustaría seguir haciéndolo, incluso con el ánimo necesario para lidiar con presiones mayores a la hora de afrontar los proyectos. El asunto, en definitiva, “es encontrar un ambiente y un estudio que quiera contar cosas diferentes de forma diferente. Después, las presiones, los retos y los recursos ya se miran a medida que te metes más a fondo en el proyecto”, apunta.

Sitges, HorrorFest, Rock Horror ¿Es Baena un autor de género? “Las historias de género me han inspirado en muchos sentidos, pero también hay más historias que quiero contar”, avanza. Sobre los festivales en los que ha estado entrando el cortometraje, tenemos mucha suerte de que este gustando: no lo pensamos inicialmente”. En lo que atañe al certamen de Las Palmas de Gran Canaria, apunta que “me gustan mucho los contenidos que tiene, desde luego”. Y, siendo grancanario, “Si pudiese estar allí ahora mismo, me quedaba toda la semana”. El trabajo lo ha impedido, pero sí que ha llegado su Tranvía.

The Foundation (La fundación), de Miguel Mejías

El tinerfeño Miguel Mejías ya dejó su impronta en la última edición del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria con el largo La viajante (2020). Con menos metraje ha ido construyendo su personalidad como cineasta en piezas como Nocturnos (2018), Los paraísos de Narciso (2018), Icelands (2016) o el reciente Los Mundanos (2022). En esta entrega de Canarias Cinema se reafirma como un autor que busca activar al espectador con una dinámica narrativa ante todo visual, con The Foundation.

Mejías, que fue profesor de dirección en el Instituto de Cine de Canarias y hoy ejerce de docente en Suecia, nos presenta al Sujeto número 76 en una inquietante huida por paisajes y viviendas vacías, en las que el público puede llegar a percibir la confusión y el miedo del protagonista. E incluso cómo está siendo vigilado en un escenario distópico desolador.

“Lo que hay detrás son tres elementos muy importantes, en los que me apetecía trabajar desde una completa independencia: la soledad del hombre contemporáneo, la alteridad y la locura, y nuestra relación con las nuevas tecnologías”, apunta el director. Todos son para él “elementos muy contemporáneos y muy domésticos también. Me apetecía trabajar con ello, con sugerir una trama o un universo lo suficientemente sutil y sugerente para la agitación del espectador”.

Mejías propone, ciertamente, una pieza conectada con las sensaciones que a menudo transmiten géneros concretos. “Me gustaba ese diálogo con la ciencia ficción o el terror”, relata, “cómo desde algo muy simple, con la imagen y el sonido, puedo construir un entorno que puede despertar muchas cosas en el público al intentar imaginar el mundo que está ahí”.

“Me apetecía divertirme, pero con una intencionalidad”, añade Mejías, que incluso conviene en que The Foundation adquiere la apariencia de un anticipo de una historia más grande. “Sí, por ahí va. También está esa deriva individual a la psicosis, con referencias como Lovecraft o la Invención de Morel (de Adolfo Bioy Casares). Y hay un juego metacinematográfico, con los intertítulos del cine mudo, el formato o la observación. Hay, sobre todo, un juego de observaciones”.

Esta particular Fundación está protagonizada por Eduardo Paynter, que, además, firma la música como Edra. Algo que también hizo para La Viajante. No tiene más acompañante en el film que las apariciones en pantallas digitales de Glow, conocida por sus vídeos ASMR.

Estos elementos refuerzan el ambiente de una historia que acabó montándose en pandemia, y que ahora se proyecta en el festival de la capital grancanaria. Una cita que Mejías sigue con atención. “Si hay un festival importante para mí, ese ese. No sólo por el cine que me ha permitido ver y descubrir, sino por mis compañeros, gente a la que he descubierto. Además, como viajo tanto, es una oportunidad reunirme con ellos. Es una cita muy importante para la Cultura en Canarias y para el cine canario”. Y concluye que “si algo está sucediendo hoy con el cine canario creo que en un 90% se debe al festival”.

El Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, organizado por el área de Cultura del Ayuntamiento de la capital grancanaria, a través de Promoción de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, cuenta con ayudas públicas del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) y del programa para la internacionalización de la cultura española, PICE Visitantes, de Acción Cultural Española (AC/E).

Entre los aliados destacados del certamen se encuentran Cinesa El Muelle, Centro Comercial El Muelle, Hotel Cristina by Tigotan, Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología o Casa África, espacios que también funcionan como sedes o acogen actividades de la cita cinematográfica; además de otras instituciones y entidades como Sagulpa, Audiovisuales Canarias, Music Library & SFX o el International Bach Festival. Asimismo, su mercado, MECAS, es posible gracias al patrocinio de la Gran Canaria Film Commission-Sociedad de Promoción Económica de Gran Canaria y al apoyo de Canary Islands Film y Proexca.

La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la Universidad del Atlántico Medio, el Clúster Audiovisual de Canarias, la Asociación de Cineastas de Canarias Microclima, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) y Repeople son entidades colaboradoras.

 

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