(…) Aunque el cine fuera mudo en sus primeras tres décadas de desarrollo, en público muy rara vez fue “silente”. La música estuvo a su lado (casi) desde el principio. Antes de que nadie se atreviera a suponer que el cinematógrafo tuviera algún futuro como arte, la música ya estaba junto a las imágenes, aunque fuera de ellas. Servía para compensar su inquietante silencio: un mundo insonoro y sin voces resultaba tan fantasmagórico como si estuviera sumergido en agua. Pero, sobre todo, la música funcionaba como en los melodramas teatrales: ayudaba a canalizar -o incluso a variar- la energía y el sentido de lo que mostraban las imágenes (…)

(…) El proyecto CAMERA OBSCURA, en consecuencia, pretende explorar con imaginación cualquiera de estas vías de interacción entre música e imagen, desde las más convencionales a las más experimentales. Aunque se basa en algo tan común como la ejecución de música en vivo sobre clásicos del cine mudo, desea ser asimismo un proyecto de “historia experimental” del cine, a la par que un desafío creativo para los músicos, a quienes se encarga tratar conceptualmente la música para un film (…)

Luis Miranda


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